La señora de los jugos

La señora de los jugos
Mi suegra me prestó este puesto de jugos. Yo creo que sospechaba que me iba de prostituta en las noches. Por más que su hijo, me hacía el paro y cuidaba a mis hijos mientras iba a ganar la papa, algo le hizo pensar que la comida, la renta y la ropa de mi familia venía de mi trabajo, y como vivo frente a ella, cruzando la calle, pues se le ha de haber hecho muy fácil atar cabos y darse cuenta que, si yo estaba todo el día con mis hijos (que son de mis relaciones anteriores) y su hijo no trabaja, pues de algún lado viene el dinero.

En fin, para llevar la fiesta en paz, y seguir aprovechando que ella nos ayuda a mantenernos, pues decidí aceptar su imperiosa propuesta. Y aquí estoy, en medio de la calle, con mi puesto, eso si, con sombrilla para que no me queme el sol. Tengo jugos de frutas y la gente, que al principio me veía como bicho raro, ya empieza a comprar. Me ayuda el pinche calor que está de la fregada. Por eso me pongo minifalda y blusas escotadas, aunque a mi suegra no le guste.
Mi hijo de doce años me ayuda en las mañanas. Como va al turno vespertino, le da tiempo. El otro día me contó que entre sus amigos ya hay algunos que tienen la verga muy grande. El muy travieso me dijo que la de Pedro me gustaría. Ya conoce lo puta que soy ¿Les habrá contado a sus amigos?

El muy malvado invitó a comer a Pedro. Apenas si nos alcanza para nosotros, pero con un poco más de agua a los frijoles, nos va a rendir para todos. No deja de verme ¿Qué sabrá de mi? La verdad que me excita pensar en chupársela. He estado viendo con discreción su herramienta, se le nota porque trae unos pantalones muy ajustados.

Terminamos de comer y mis hijos salieron a jugar, Pedro insiste en ayudarme a lavar los platos. Es muy educado. Mi hijo le preguntó:

- ¿En serio?

- Sí, así tu mamá no va a decir que soy un gorrón.

- ¿Cómo crees? - le dije.

- Si señora, por favor, déjeme ayudarla.

- ¿Cómo ves? ? le pregunté a mi hijo.

- Pos si él quiere, ya qué. Te espero en el parque ? y tomando su patineta nos dejó solos.

- Ay Pedro, eres un amor, y abusando de tu gentileza ¿me pasas los trastes que aún quedan en la mesa?

Pedro obedeció y levantó los platos y cubiertos que aún quedaban ahí, mientras, Liliana lavaba los que estaban en el fregadero. Vestía una diminuta minifalda, como le gustaba usar, y una blusa de tirantes que dejaba ver coquetamente parte de sus tetas. Una idea cruzó por su cabeza.

- ¿Me esperas tantito? ? le dijo a Pedro ? tengo que ir al baño, ya me dieron ganas. No tardo.

- Sí señora, aquí la espero.

Lili, se metió al baño y se quitó el sostén. Lo dejó en el baño y regresó lentamente, asegurándose de que Pedro notara sus pezones, ya erectos por la excitación, bajo la blusa.

La verga de Pedro también lo notó, y de inmediato empezó a levantarse bajo el pantalón. Su rostro apenado, pedía disculpas por el comportamiento de su pene, pero su mirada no dejaba de ver la figura sensual de Liliana.

- ¿Te puedo pedir que me ayudes a secar y guardar los platos?

- Sí señora, claro que sí.

Liliana le pasó un trapo y sabiendo que los platos se guardaban en el mueblecito bajo el fregadero, le empezó a pasar uno por uno. Abrió las piernas para permitir que las puertas del gabinete se pudieran abrir también y Pedro, en cuclillas, junto a sus piernas los iba recibiendo y guardando. Cada plato lo obligaba a mirar hacia arriba, y el espectáculo que tenía lo hacía casi que se corriera. La preciosa tanga de encaje negro escondía una vagina voraz que consumía vergas. Algo así lo imaginaba Pedro recordando lo que el hijo de Liliana le comentaba sobre lo puta que era su madre.

Cuando terminaron de lavar y secar, al intentar cerrar el grifo, Liliana se equivocó, tal vez intencionalmente, y en vez de cerrar, abrió a todo lo que daba la llave, y un chorro de agua mojó su blusa y el pantalón de Pedro. Liliana se disculpó inmediatamente y con la mano intentó secar el pantalón. El pene erecto recibió esas caricias y siendo un puberto, la eyaculación no se dejó esperar. Liliana fingió no darse cuenta, lo condujo al baño y con una toalla siguió secando el pantalón hasta que el miembro de Pedro quedó vencido por el orgasmo. Acto seguido ella le dijo que la esperara en la salita, porque tenía que cambiarse. Cuidando muy bien que la puerta del cuarto quedara lo suficientemente abierta para que la pudiera ver desde la sala, ella se quitó la blusa dejando ver sus senos, fingiendo no darse cuenta que la estaba espiando. Se los tocó un rato viéndose al espejo, acariciando sus pezones. La verga de Pedro nuevamente despertó, y no pudiendo contenerse, se empezó a masturbar. Liliana lo observaba de reojo, y decidió quitarse la falda.

Sólo pudo ver que Pedro contrajo todo su cuerpo y dejó escapar un gemido. Ella sonrió al espejo, había cumplido su misión. Se puso unos pantalones y una blusa de manga corta, y salió a agradecerle a Pedro sus atenciones. Pedro estaba totalmente desconcertado, no sabía qué debía hacer. No se atrevía a comentarle nada a la mamá de su amigo.

Liliana le dio la mano despidiéndolo y le susurró al oído:

- Tenemos un secreto, no lo vayas a echar a perder contándolo.

Pedro salió con las piernas temblando. Incontables masturbaciones tuvo posteriormente, recordando ese día.
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El puesto de jugos prosperaba, la señora de los jugos se veía muy dispuesta a alegrar la pupila a los caballeros que por ahí circulaban. Y a los chavitos también. No fue la excepción Alejandro, el hijo del dueño de la refaccionaria de la cuadra de enfrente. Liliana se divirtió cuando vio que él le coqueteaba. Ella le calculó 19 años. Era diez años menor que ella, pero se había quedado con ganas de sexo cuando jugó con Pedro, así que cuando se quedaba a solas platicando con él, la plática la hacía girar en torno al sexo.

- ¿Y ya has tenido sexo con tus novias?

- Ya señora, por supuesto

- No me llames señora, se oye muy feo, dime Lili.

- De acuerdo Lili - ¿y usted tiene novio?

- Tampoco me hables de usted, háblame de tú. Y no tengo novio, vivo con mi pareja.
- Ok, Lili, ¿y él no anda por aquí?

- No, se va a dar clases a Neza, regresa hasta en la tarde.

- ¿Y a qué hora terminas de vender?

- Ya merito, después de la salida de la escuela, me espero a que pasen los últimos niños y ya levanto el puesto.

- Pues que bueno por ti, ya no tienes que estar en el calor, malo para nosotros que ya no podemos contemplarte.

- Sí, ya vi que no has dejado de ver mis piernas.

- Pues con esa minifalda, cómo no aprovechar, además las tiene, digo, las tienes muy bonitas.

- ¿Tú crees? ¿Entonces me veo bien con esta faldita? Es que luego mi suegra dice que me visto muy atrevida.

- Para nada Lili.

- ¿Te digo un secreto? Con lo que sí soy muy atrevida es con mi ropa interior. Me gusta usar hilo dental.

- No pus te has de ver muy bien.

- ¿Pero quién me ve? Sólo mi pareja, y a veces, porque con los niños en la recámara no podemos hacer nada.
Luego dice que me va a llevar al hotel, pero no nos alcanza el dinero para andar pagando hotel.

- Pues yo sí puedo pagar un hotel.

- ¿Me estás invitando? Mira que te puedo agarrar la palabra.

- ¿De veras?

Y entre juego y juego, dos días después acabaron en el hotel. Siendo una experta en mamar, lo primero que hizo fue sentarlo a la orilla de la cama, y ella se arrodilló, le desabrochó el cinturón y le bajó la bragueta. Su mano no tardó en sacar del boxer el pene que apenas despertaba y con la lengua y boca, lo fue endureciendo, mientras su mano lo estimulaba con ricos jalones. Cuando sintió que la verga estaba lo suficientemente dura le dijo:

- Quitate toda la ropa bebé - al tiempo que ella hacía los mismo.

Se quitó falda, blusa, brasier y zapatos, quedándose sólo con su diminuto hilo dental.

- ¿Si te parece atrevida mi lencería?

- Atrevida y excitante Lili, eres una diosa.

- Soy una puta qué, ¿a poco no? Una puta que pervierte jovencitos.

Y sin permitir que Alejandro responda, se le monta encima emitiendo un gemido de placer.

- No sabes cómo me encanta la verga, bebé.

- Se nota muy bien Lilí.

Moviéndose como viborita, retorciéndose y gimiendo, Liliana en realidad disfruta tener la verga ensartada, es para lo que ha nacido, así lo piensa, y para obtener mayor placer, toma las manos de Alejandro y las pone sobre sus tetas. Las frota contra ella. Sus pezones se encienden. Después le pide que la tome de la cintura para marcarle el ritmo de los sentones. En su imaginación recuerda como a sus once años, su primo, ya mayor, la hacía cabalgar. El ritmo se acelera, ella gime y se corre varias veces antes de que Alejandro, con un grito seco, manifieste su orgasmo.

Ella se recuesta sobre él y así lo deja terminar su eyaculación, que en pequeñas palpitaciones. va reduciendo la erección hasta que sin vida, el pene blando se escapa de su vagina.

Acostados, uno junto al otro, Liliana menciona con preocupación:

- Hoy vendí muy poco por venir acá, no sé cómo voy a juntar para la renta.

- Yo te apoyo Lili. ¿Cuánto quieres?

- ¿Cómo crees? Vas a decir que soy una puta que lo hace por dinero.

- No, yo sé que lo hiciste en buena onda, pero si a nosotros en la refa nos va bien y el dinero no es problema, pues te apoyo.

- ¿Te parece bien darme mil pesos?

Y antes de que responda, le empieza a lamer la verga limpiando todos los jugos que estaban en ella.

- Ahora ya sabes por qué me dicen "La señora de los Jugos".